Era un día de aquellos en que la tranquilidad me invadía, el metro estaba completamente adecuado a mi estado de ánimo, pues no estaba plenamente vació pero si se podía andar tranquilamente por los vagones...
¡
AH, QUE GRAN COSA!
Abordé, pues, el metro y en dicho lugar tomé asiento...
Frente a mi estaban una muchachas de unos 16 o 17 años, que iban hablando de la amiga que anda con el novio de la prima de una de ellas, el chisme estaba bueno, aunque sólo hablaban entre cortado, pues omitían cosas que obviamente ellas conocían del tema, laque no entendía era otra,
jajaja, por andar en las cosas de otros....
Entonces abordó un hombre que aseguraba ser ciego, este personaje entró y comenzó a narrar , a los que estaban cerca de él, una historia la cual no alcanzaba a entender, pues su forma de hablar era bastante mala. Todas las personas lo observaron detenidamente, con expresiones un tanto incómodas para mi, pues a veces ellos se exhiben de esa manera, pero de igual manera los personajes públicos se muestran y no reciben ese tipo de gestos despectivos,
jajaja,pero bueno ese es otro contexto y
bla,
bla,
bla.....
En ese momemnto cuando este hombre pasó frente a nosotros, este andaba diciendo el discurso de algunos NO-CIEGOS
jajajaja, pues afirmaba que el no venía acompañado de nadie y que mucho menos venía tocando la guitarra, y que no vendía discos, que no creyéramos en esas personas que sólo nos engañan.
Al llegar al final del vagón, éste preguntó por la estación en la que no encontrábamos, una mujer le contestó y esté inmediatamente se dirigió a la puerta, una vez tomado del tubo, comenzó a narrar otra historia, en la lo tenía tomado por el cuello, y todos le gritaban que sacudiera a su contrincante, pero el con falta de fuerza no podía idear manera alguna de como hacerlo, de repente sin entender (yo) como se
safó, el estaba diciendo que agarró y le doblo las rodillas de tal forma que ahora el otro estaba en el piso...
Esta narración hizo que las personas con
audífonos le proporcionaron un poco de su atención pues se los quitaron por un momento...
Al llegar a la siguiente estación este hombre de mal aspecto se bajó, e inmediatamente al cierre de las puertas, las
muchachitas empezaron a
cuestionarse una a la otra sobre si este personaje realmente era un ciego y una de ellas muy segura de si misma con una cédula de médico oftalmólogo especializada en enfermedades de los ojos con maestría en pérdida de la visión, respondió que efectivamente ese hombre era ciego.....
A mi esa afirmación me
dió mucha risa, pues por mi experiencia yo nunca he estado o tratado con un invidente, así que yo hubiese tenido mis respectivas dudas, ya que los ciegos (dicen algunos) desarrollan otros sentidos, pero aquella
joven con esa seguridad inventada no logró convencer a su amiga, pero por lo menos a todos los demás unos sacó un sonrisa...
Jajajaja por la ingenuidad de su comentario.